21/2/11

Desbarres de barra. Chasquis.

Cinco de la mañana. De retirada para casa. En mi camino se cruza una de esas máquinas cargada de pseudo-comida de dudosa calidad. Entonces me doy cuenta de que tengo hambre y que no me vendría mal meter algo al estómago antes de irme a dormir. Me acerco a ella y hecho un vistazo a ver que me puede ofrecer. Chasquis. Hace mucho tiempo que no como Chasquis y pueden ser unos buenos compañeros hasta que llegue a casa. Meto la mano en el bolsillo. Dos monedas de euro, ¡bien!, sólo cuestan uno. Introduzco la moneda y marco el A3. La espiral gira y gira... y se detiene sin soltar mi desayuno. Mierda. Intento menear la máquina para que me los dé, pero se niega en redondo. En la mano aún sostengo el euro que me queda. Lo miro.

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